Género, tecnologías y trabajo: desafíos en un mundo virtualizado

Eleva

El 22 de abril se celebra el Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), como un hito para pensar otros terrenos en los que también se desarrollan luchas por la igualdad de oportunidades y acceso al ejercicio de derechos, y que en nuestra realidad social, completamente virtualizada, cobran un carácter protagónico. Hablamos de la brecha digital de géneros.

¿Cuáles son algunos de los indicadores en los cuales se expresa?

Según los datos publicados por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), afirma que en nuestro país, “las mujeres y LGBTI+ representan sólo el 30% del sector de desarrollo de software, servicios informáticos y programación”, y “de lxs pocxs mujeres y LGBTI+ que estudian ciencias aplicadas, el número de egresadxs es muy bajo (7%)”1

En efecto, estos sectores de la población tienen un menor acceso, uso, formación y disfrute de los equipos y dispositivos informáticos e internet en comparación con los varones. En relación a este aspecto de la brecha digital, intervienen diversos factores, que van desde la reproducción de estereotipos patriarcales que atribuyen un carácter “masculino” a las destrezas necesarias para las actividades en los ámbitos de programación, desarrollo e informática en general, hasta prácticas de segregación, discriminación, acoso y otras violencias. Muchas de estas variables se ponen en juego desde temprana edad, momento en el cual la introducción de lxs niñxs en la interacción con las tecnologías, se da a través de juegos, en los que predominan estereotipos estigmatizantes sobre las identidades sexogenéricas.

Otro factor determinante, tanto en la desigualdad de accesos a las tecnología como en la brecha salarial, es la distribución desigual de las tareas de cuidado y del hogar. Ya en 2013 un informe de la CEPAL da cuenta que estos hechos eran parte de las causas de la brecha digital y tecnológica de géneros, ya que quienes tienen a su cargo las tareas de cuidado y domésticas, cuentan con menos tiempo para interactuar con las tecnologías y desarrollar habilidades necesarias.

A partir de estos hechos, han surgido en los últimos años varias colectivas feministas que promueven la diversidad en el mundo de las tecnologías. Un ejemplo que evidencia este movimiento de cambio hacia una sociedad más igualitaria es el caso de Las de Sistemas, que en su sitio web 3 se describe así:  “En un mundo de unos y ceros, vamos por la diversidad. Somos una comunidad transfeminista de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries, que trabajamos en la industria de la tecnología y tenemos como objetivos principales: visibilizarnos, potenciarnos, capacitarnos, contenernos y transformar nuestros espacios de trabajo en lugares inclusivos”

En esta temática es necesario sumar la mirada interseccional sobre la brecha digital ya que para acceder a saberes específicos, muchas veces, se requiere el uso de las tecnologías, y que se potencia con la creciente injerencia de estas en todos los ámbitos de la vida social, más aún en medio de la emergencia sanitaria por COVID-19.

A uno de los costados de este fenómeno, por ejemplo, se le ha dado el nombre de “brecha gris”, vinculada a las carencias en cuanto a conocimientos básicos para el uso de las tecnologías, por parte de muchxs adultxs mayorxs, que lxs coloca en lugares de mayor dependencia y puede dificultar incluso, en ciertas ocasiones, el ejercicio de sus derechos. 

Convergen entonces en la brecha digital de géneros varias desigualdades que la profundizan y complejizan: la edad, el lugar geográfico, o la realidad socioeconómica, entre otras.

Las tecnologías se presentan como espacios de posibilidades, innovación y desarrollo, a la vez que de nuevos desafíos en materia de políticas públicas y producción normativa, para una multiplicidad de dimensiones, entre las que -sin ahondar en cada una-  podemos pensar: el avance hacia un acceso igualitario, no sólo a los dispositivos, sino a los conocimientos necesarios para su uso; en materia de privacidad y seguridad, acerca del destino y la gestión de la gran cantidad de información que lxs usuarixs comparten en redes sociales. En el plano del mercado laboral, en la promoción de prácticas responsables que brinden oportunidades libres de los sesgos de géneros, así como en la regulación de las relaciones laborales en general, cuyo desarrollo en el sector, marcado por la flexibilización, viene atentando contra los derechos de lxs trabajadorxs. Y, para finalizar, en cuanto al abordaje del riesgo que supone la automatización de trabajo en cuanto a pérdida de empleo. Que, dicho sea de paso, se hace más evidente en los sectores de comercio y servicios, en los que las mujeres están sobrerrepresentadas (CEPAL, 2018) 5.

Dado todo el contexto, celebramos el compromiso de UMET en la inauguración de la Diplomatura en programación, que cuenta con un programa pensado para favorecer la inserción laboral de las mujeres y personas LGBTTTIQ+  en los empleos tecnológicos. La misma inicia el próximo 17 de mayo, y es de modalidad virtual 6.

 

 

Fuentes:.facebook.com/SenafArgentina/photos/a.169867018074875/31130787271830/2 – CEPAL. (2013). Mujeres en la economía digital: superar el umbral de la desigualdad [Archivo PDF]. En XII conferencia regional sobre la mujer de américa latina y el caribe. CEPAL y Naciones Unidas, República Dominicana. https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/16561/S2013579_es.pdf.3 – Disponible en https://lasdesistemas.org/5 – CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (2018) Panorama Social de América Latina, 2018. Santiago, en prensa.6 – Para más información visitar https://umetonline.com/pmt/